Estar de mal humor es una desdicha incurable cuando la fuente u origen de ese estado se haya en nuestro entorno y no podemos alejarnos de él.
Debería decir que nuestro ambiente no debe pesar tanto y que nosotros tenemos la última palabra, pero, a veces ¡qué cuesta arriba se nos hace!
Trabajar en un entorno hostil, donde se han bloqueado y desprestigiado mis iniciativas, fraudulentamente, se convierte en una dura prueba diaria, donde me trago el orgullo cada segundo del día y donde la hipocresía se convierte en mi más querido aliado. Por suerte, no estoy sola, cuento con algunos amigos leales.
Es cotidiano, ver como muchas de las ideas plasmadas en mi proyecto de dirección, que en su momento fueron valoradas con dos ceros por parte de "compañeras" miembros de la comisión de selección (amigas íntimas del actual equipo directivo), hoy sean lanzadas letra a letra como propuestas de la nueva directiva, que pese a haber sido anulado su proyecto (por ser incorrecto) durante el mencionado proceso de selección, fue impulsada y favorecida por la inspección educativa para ocupar el cargo que actualmente ocupa. Algún día os contaré con pelos y señales que ocurrió hace dos años cuando presenté mi proyecto para dirigir una escuela pública de un pueblo muy cercano a Valencia. Por suerte, este curso es el último que pasaré aquí.
He sido bendecida en el concurso de traslados.
He sido bendecida en el concurso de traslados.
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