Silencio en las aulas

¿Por qué  el método LOSIAS da tanta importancia  al silencio?
Por muchos motivos. 

A veces, en la escuela es muy difícil  encontrar el silencio. Es posible que se produzca durante los momentos en que los alumnos hacen un control o mientras esperan a ser preguntados en clase. Algunos profesores o maestros, son afortunados y también disfrutan del silencio del alumnado durante sus explicaciones. Pero no es muy habitual. El murmullo continuo, los diversos ruiditos con sillas u objetos, los sonidos provenientes de otras clases, las carreras por los pasillos... son tolerados cada día sin que muchas veces seamos conscientes del perjuicio que producen, no solamente en la atención y concentración del alumnado y el profesorado, sino también en el crecimiento y la evolución personal.

En algunos centros educativos, el ruido es tan habitual que ya apenas es percibido por los sentidos, se considera normal y hay quien hasta le gusta porque lo identifica con vida y jolgorio. No ser consciente del entorno ruidoso en que que nos desenvolvemos, no evita las consecuencias  negativas a las que estamos siendo expuestos y el peligro que corre el equilibrio interior de los miembros de la comunidad educativa, sin mencionar el empobrecimiento del rendimiento académico de los alumnos.

El ruido, adormece nuestro ser interior y acalla las voces de la conciencia. A más ruido, mayor dispersión de la atención y la concentración y menor tiempo para la reflexión y la interiorizacion de conceptos y experiencias. Además, la responsabilidad se diluye, porque si el alumno/a no entiende las explicaciones de su profesor/a, la última consideración que tendrá en cuenta, es que quizás no puso lo mejor de sí mismo en la interacción. Siempre encontrará causas externas que justificarán su falta de conocimientos. De los alumnos, podremos escuchar frases como "es que no se callan", "Fulanito hace mucho ruido", "hacen ruido en el pasillo", "se oye el audio de inglés de la clase de al lado", "es que están gritando los de la otra clase", etc.

Además, el ruido sostenido es una fuente de estrés adicional. Si trabajamos en un entorno donde reina la calma y el silencio, al acabar la jornada escolar, no estamos tan cansados ni tenemos tanta fatiga mental.  Uno de los mayores retos que tenemos los profesores es lograr un centro educativo tranquilo, respetuoso y silencioso de tal manera que las clases fluyan, las ideas encuentren mentes fértiles para crecer y la convivencia sea fácil y agradable.

No voy a decir que sea fácil, pero me niego a creer que sea imposible. Es preciso educar en el respeto y el uso de un tono de voz adecuado a la situación desde los primero años del colegio. Cuando el profesorado es consciente de ello y lo transmite a sus alumnos con su ejemplo, los alumnos imitan sin dificultad. Necesitan un modelo claro. Un maestro/a que les hable desde su ser interior y hacia su ser interior. Cuando el diálogo va de alma a alma, el mensaje es bien recibido y comprendido. Después hay que ser muy constante, para afianzar lo conseguido. Un tono de voz bajo y dinámico dirigido al ser interior de nuestro alumnado  es mucho más efectivo y convincente que todos los  gritos y amenazas que podamos hacer.

Otras veces se confunde una clase amena y participativa co el caos Algunos piensan que son muy buenos maestros porque dan rienda suelta  a sus alumnos en clase, dejándoles ir de aquí para allá, hablarse a gritos, porque les dejan expresarse y divertirse mientras "aprenden". Puede que sea así visto desde un punto de vista superficial, pero nada más lejos de la realidad desde un punto de vista  educativo y humano.

Para empezar, aunque nos parezca que los alumnos lo están pasando bien, no es cierto. Unos pocos, es posible que estén disfrutando con el jaleo, pero más del 80% del alumnado, disfruta más cuando las clases están bien estructuradas y hay calma y ambiente de trabajo adecuado. ¿Significa eso que tengan que estar callados? NO. Significa que les gusta trabajar en entornos donde pueden escuchar a sus compañeros, intervenir con sus ideas y encuentran el sentido de lo que hacen. Una clase serena, mantiene la cohesión y no pierde de vista los objetivos de la tarea. Tener metas comunes les hace sentirse parte de algo y el profesor puede guiar el aprendizaje desde una posición de respeto mutuo procurando un entorno de clase agradable, respetuoso y enriquecedor. 

Disfruta del silencio.














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