Vivir es nacer a cada instante

Reflexionaba esta mañana, de camino al trabajo, sobre la entrada que escribí anoche.

Pensaba en lo importante que es estar presente en la vida, ser conscientes del aquí y el ahora, y sobre todo, ser pacientes. Saber esperar el momento adecuado no es fácil, porque la tendencia es querer las cosas inmediatamente; y, sin embargo, deleitarnos en la espera de un acontecimiento que deseamos tiene algo de magia en sí mismo. Decía con anterioridad, que es el acontecimiento el que ocurre a una persona y no al revés, pero, ¿tenemos algo que ver en ello? Por supuesto, en mi opinión, nuestros íntimos pensamientos, provocan una serie de conductas y estos acarrean una serie de consecuencias que pueden resultar precipitadas, unas veces por nuestra impaciencia y otras por no haber valorado correctamente el entorno antes de lanzarnos en picado en pos de nuestro objetivo.

 En fin, os escribo todo esto, para que penséis que nuestra vida, es posible que sí tenga un propósito. Uno que tal vez, se ha construido con retazos de nuestras vivencias pasadas, nuestros deseos secretos y nuestras ilusiones. Esas metas, esos objetivos que vienen a nuestra mente, de tanto en tanto, como recordándonos que existen, se manifiestan en nuestra relación con los demás. Esta interacción provoca que a veces, nuestras acciones se pongan en marcha para conseguir nuestra meta. Si ésta no se logra, puede deberse a dos principales motivos: uno sería que el objetivo que te marcaste no es para ti. Tal vez es demasiado ambicioso, no está bien elegido y no se corresponde a tu propósito de vida; o bien, sí es para tí, pero no era el momento adecuado.

El dilema es cuándo sé cuándo debo abandonar un objetivo y cuándo debo seguir insistiendo. Bueno, mi hipótesis es que son el tiempo y el análisis de la situación los que te ayudan a descubrirlo.  A veces también, cambiar el punto de vista o hacer pequeños o grandes cambios en tu vida te ayudan a superar las frustraciones de no haber conseguido lo que querías. Adaptarse a la nueva situación, apoyándonos en amigos o personas afines suele hacer las cosas más fáciles. 

He comprobado que en muchas ocasiones, la vida nos da segundas oportunidades, en entornos diferentes y nos vuelve a poner a prueba. No soy partidaria de forzar los acontecimientos, pero tampoco de estar tan ausentes  dentro de nuestra coraza. Es importante que seamos capaces de  ver lo que está delante de nuestras narices. Si nuestro objetivo sigue rondando nuestra cabeza, no está descartado y somos valientes, ¿por qué no intentarlo de nuevo? Aprender de nuestros errores pasados es vital para nuestra evolución personal; y, no condenarnos eternamente por ellos, necesario para nuestra salud mental. Como dijo Erich Fromm, "vivir es nacer a cada instante". ¿Te atreves?


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